El sueño y la diabetes tienen una relación mucho más
directa de lo que a priori nos puede parecer. Las personas que no descansan
bien, duermen mal o padecen apnea del sueño está demostrado que tienen un mayor
riesgo de padecer diabetes tipo 2 que aquellas que por el contrario presentan
una ‘’higiene’’ del sueño mucho más completa.
¿Por qué ocurre esto?
Al dormir poco se elevan los niveles de cortisol y de hormona del
crecimiento, y de hecho, ambas hormonas antagonizan los efectos de la insulina.
Además, las personas que duermen poco tienen niveles más elevados de sustancias
como TNF-alpha, Interleuquina-6, y proteína C-reactiva, sustancias todas ellas
que aumentan la resistencia a la insulina.
Del mismo modo se disminuye la secreción de leptina. Esta hormona,
también llamada la hormona de la saciedad, favorece que las personas que
duerman poco tengan propensión a la obesidad.
¿Qué trastornos del sueño se pueden desarrollar?
-Síndrome de apnea del sueño: Consiste en un ronquido nocturno
severo acompañado de pausas de apnea. Suelen ser personas obesas que durante el
día tienen dificultades para mantenerse despiertos.
-Síndrome de piernas inquietas: Son sensaciones molestas (con
frecuencia sensación de desasosiego) que se producen en las piernas por la
noche, siempre que la persona afectada intenta permanecer en reposo.
-Neuropatía diabética: Es una lesión en los nervios periféricos de
las piernas y brazos que se produce de manera específica en la diabetes.
Inicialmente sólo se detecta mediante pruebas y exámenes específicos, pero
conforme avanza, puede ir asociado a pinchazos, hormigueos, calambres y falta
de fuerza, y puede alterar el sueño.
Conclusión
Dormir bien ayuda al páncreas a regular los niveles de insulina en
sangre y el mal hábito a la hora de dormir complica en cierto modo esta
regulación. Es muy importante adquirir buenos hábitos a la hora de irse a la
cama pues sus efectos adversos son múltiples.
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