lunes, 21 de noviembre de 2016

DESDE MI EXPERIENCIA

¡Hola a todos!
Me gustaría compartir con vosotros como viví el momento en el que me diagnosticaron diabetes y la forma en la que tuve que asimilarlo y afrontarlo hasta el día de hoy.
Todo comenzó hace unos 4 años, quedaba tan solo una semana para mis deseados 15, cuando recibí una llamada del médico de cabecera para que acudiese a consulta lo más rápido posible. Obviamente me asusté, pero ya tenía asumido que no iba a ser nada bueno porque días atrás me había hecho una analítica ya que notaba que bebía demasiado, comía a todas horas y nunca era suficiente, y las infecciones se convertido en mis mejores amigas.
Nunca pensé que podría tener diabetes, pero una nueva etapa de mi vida estaba a punto de comenzar en cuanto me hicieron la glucemia: 495!
Fue la doctora de urgencias quien me lo comunicó de la forma más fría y seca, ideal para hundirme más en la camilla.
Me subieron a planta y vías, sueros, glucemias e insulina bailaban a mi alrededor. No quería llorar, era duro pero no había más remedio que asumirlo y aunque confieso que alguna lagrimita cayó finalmente, como el gordo de navidad, intenté tomármelo con humor. Quizás lo peor eran las visitas de tus familiares y amigos que sin tener en cuenta tu sensibilidad, ponían muecas de preocupación propias de un paliativo y disparaban comentarios tales como: "se acabó el salir", "nada de fiestas", "todos tenemos que ayudarla", "de dulces ni hablar"... Yo pensaba para mí " ¡pero vamos a ver: ninguno es un facultativo, no estoy inválida y no me van a matar de hambre!". Así es que opté por alejarme de aquel ambiente negativo hasta que me dieron el alta.
Llegué a casa con la idea de un poco de tranquilidad y lo que me encontré fue lo mismo con la diferencia de que esta vez no iban vestidos de blanco: poníamos alarmas cada tres horas para tener mi glucemia bajo control, hacíamos cálculos de raciones a cada comida y yo no salía de casa si no estaba acompañada.
Durante los primeros días fue un calvario. Había tenido que aprender demasiadas cosas en muy poco tiempo, mi familia aún estaba más confusa que yo y mi impresión en todo momento era de hambre aunque por primera vez cumplía las 5 comidas recomendadas.
Con el tiempo todo iba volviendo a la normalidad, a esa independencia relativa, a tomar el control sobre mí misma y a hacer lo que me apetecía sin miedo de tener esa sensación sudorosa, de mareos y temblores propia de las hipoglucemias.

No es fácil controlarse cuando llevas toda la vida durmiendo con chocolate bajo la almohada, pero comprendí que debía convivir con mi enfermedad.

¡Y esto es todo por hoy amigos! Espero que os haya gustado y si tenéis alguna pregunta, ya sabéis que podéis comentar esta entrada.


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